Archive for marzo 2009

Spingbook 09

marzo 29, 2009

Ya está aquí, mi selección musical estacional. Creo que es la única tradición de este blog que he mantenido, atravesando todo tipo de circunstancias; la he mantenido hasta incluso cuando dejé el blog… Esta edición tenía muchas posibilidades de no producirse. Y es que la hago eligiendo lo mejor de lo que estuve escuchando los tres meses previos, y estos últimos no estuve muy pendiente de las novedades musicales, ni he salido, ni bailado. Lo que si no he dejado de hacer es ir al gym, y fíjate por dónde, esa rutina, por ir actualizando el iPod, me ha tenido más o menos al día.

Fueron tres o cuatro discos los que más escuché, por eso hay algunos grupos repetidos, y también algunos temas sueltos. Al acabar me he dado cuenta de que hay un cierto hilo conductor, inintencionado pero absolutamente lógico. En las letras, en varias de ellas, se habla de la felicidad, de no estar triste, y/o de algún tipo de búsqueda: equilibrio, amor (hay un poco de desamor también). En lo musical, tiempos medios y mucho ritmo sincopado. Todo muy pop, con alguna concesión a la frivolidad y el reconocimiento sincero a algunas canciones que me gustan más de lo que me gustaría confesar, pero si es así, así es y ahí está.

Aquí dejo los links: por un lado un archivo .rar con los temas, track by track, y en otro, he vuelto a hacer el remix. Esta vez lo recomiendo más que otras, ya que lo hice con mucho cariño y con mi nuevo MixMeister para Mac, que tiene una calidad de sonido estupenda, mucho mejor que aquellos que hacía antiguamente, y a mi me gusta mucho cómo han quedado los cambios.

Spingbook 09 track by track .rar

Spingbook 09 mixmeister .mp3

Enjoy.

springbook-09-tracklist

Una pequeña edad de hielo

marzo 27, 2009

La otra noche soñé que me tomaba una pócima que me volvía invisible. No recuerdo bien el contexto. Sé que había más gente, pero no sé qué más pasaba. Yo la tomaba y me iba invisibilizando, y me parecía genial en el sueño. El día de esa noche del sueño había sido bastante tremebundo. Había dormido seis horas en tres días, y estaba mareado por una medicación y agobiado por unos temas de trabajo, y en ese estado me tiré el día ocupándome de cosas de otros.

Las cosas de otros eran medio inevitables, eran cosas de curro y la cena con Luisa, que se estaba quedando en casa. Cené con ella y Queta y su prima, en el vegetariano de la Plaza de la Paja, muy rico y divertido. Algunas cosas mías que no pude hacer ese día en realidad no las podía hacer en ese estado: ir al gimnasio y/o ir al satsang de los miércoles, que hace un mes que no voy, por lo viajes. O sea que en realidad todo bien. De hecho antes de salir a cenar me dio el ataque de acabar de deshacer la maleta que desde el sábado la tenía aún ahí por medio. Algo para mí si que hice.

Ayer ya más tranquilo. Mucho de curro igual, pero logré ir a terapia al mediodía, e ir de compras por la tarde noche. En casa hice mis kriyas y acabé de recoger los recados del viaje para repartir el finde, y libros de mi padre. También me dio por lustrar y colgar la Hamsa que me traje. Hamsa o Mano de Marian es la versión judía de la Mano de Fátima musulmana, y hoy en día es un símbolo de paz y unión entre ambos pueblos. Ésta estaba colgada en casa de mis padres cuando yo era pequeño, y me la dio mi madre en este viaje. Se supone que es un amuleto.

Da la casualidad de que yo tenía en una pared del pasillo de mi casa colgada una serpiente marroquí; llegó a esa pared medio desterrada de una pared del salón cuando una vez leí por ahí que una serpiente en la esquina en la que estaba era de mal feng shui para el amor. Yo, como serpiente que soy en el horóscopo chino, me niego a pensar que la serpiente da mala suerte. En culturas orientales la serpiente es sabiduría y renovación, al contrario que el occidente bíblico donde representa al mal, por no hablar del mundo del entertainment donde directamente es gafe/ yeta. Pues hete aquí que hace un par de días, al cerrar un armario en la habitación contigua, la serpiente se suicidó. Cayó al suelo y se rompió en varios pedazos, limpios. Ayer por la tarde compré pegamento pensando en restaurarla, pero por la noche me dió por lustrar la Hamsa (qué tóxicos son los limpiametales por cierto) y colgarla en lugar de la serpiente. Lo primero que hice esta mañana fue tirar los cachos de la serpiente a la basura.

No soy supersticioso. Pero tengo pensamiento mágico. No pensaba hablar de nada de eso, anyway, son cosas de la escritura automática.

Después de cenar me puse un poco a resolver otro sinchronicity que me aqueja estos días. Por qué será que siempre se estropean las cosas electrónicas a la vez. Cuando se rompe la nevera se jode el coche, o el telefonillo y el tdt, siempre igual. Hace tiempo que no sufro esa ley. Esta vez han sido los dos portátiles. El Mac con un problema de batería, que sólo rula enchufado, y el viejo PC con problemas de HD que estoy intentando resolver cargándole otra vez el OS a ver si responde (venga de siglas). El ajustar todas las conexiones desatornillándolo vivo no ha dado resultados. Pero reaccioné a tiempo y no me tiré media noche con las computadoras, conducta obsesiva típica en mi, sino que dormidina por medio me metí a la cama y del tirón, oiga.

Pero no. Falta aún. No estoy fetén. Sigo mareado y cansino y con mil cosas que hacer que quiero dosificar. El curro sigue enrevesadísimo y siendo viernes a la hora de salir me han venido con poner en marcha con urgencia lo que llevaba parado toda la semana. Típico. Sesi esta yendo a casa a comer, y luego viene Micky, y aunque estoy mareado y cansino quiero ir al gym aunque sea a estirar. Y el finde descansar, y estar con amigos si cuadra, y hacer mi compliado musical de primavera que sigue pendiente, y empollarme la Fantastic Man que me esperaba a mi llegada.

fantasticman9

Esa es mi intención, pero no sé si podré. Dicen que va a hacer mal tiempo y no te creas que me parece mal. Me parece que me queda tiempo aún de esta pequeña edad de hielo, sabiendo que la hoguera arderá.

Y si no, siempre me queda lo de hacerme invisible…

Las películas hay que acabarlas, aunque sea a ciegas

marzo 25, 2009

Gran afirmación ésta del título con la que cierra Almodóvar “Los abrazos Rotos”. La fui a ver el domingo con Aitortxu, después del gym. Me esperaba que la peli fuese un tostón importante, después de las cosas funestas que había leído por ahí, y al final no fue para tanto. El guión es digamos que poco interesante; la primera parte es una auténtico lío de tramas y subtramas, cuyo desenlace me dejó más bien frío, y no todo se aclara. Quedan muchos flecos sueltos, que no voy a comentar ahora mismo por no spoilear principalmente. Creo que si no me aburrió más de lo que debería, ha sido por un motivo que más que virtud es defecto: hay unos juegos permanentes de imagen, un catálogo de encuadres y movimientos de cámara muchas veces muy chulos pero que distraen un montón de la historia. Quizás hace bien porque la historia no da para mucho, y esas cosas de imagen entretienen.

Así nos muestra en ese juego tan habitual suyo de metalenguaje, de cine dentro del cine, cómo resolvería hoy en día su obra cumbre, “Mujeres” ( en un ejercicio de autohomenaje pedantísimo), con un plano macro de una lágrima cayendo sobre un tomate, preciosísimo eso sí, pero que ya me dirás. O el mismo plano del comienzo del peródico en el ojo de Kira Miró. Y los travellings de pasos, y los diálogos con la cámara siguiendo a los personajes en panorámicas fuera de sincro…Y tantos ejemplos más. Todo bastante bonito, y vacuo.

¿Por qué le habrá puesto ese título habiendo otro tan parecido como la argentina «El abrazo partido»? Y justamente haciendo referencia a lo de las fotos rotas, que es uno de los asuntos irresueltos. Bueno, pero he dicho que no iba a spoilear, así que a ver si en un post más adelante, cuando lo haya visto más gente, comento otras cosas que se me han ocurrido al respecto.

La frase del final de la pleícula y título de este post es una loa al voluntarismo, a hacer cosas y hacerlas hasta el final a toda costa, aunque no se tenga mucha idea de lo que se está haciendo. Exactamente lo que pensé al ver “La mala educación”, o el final chapuza y atropellado de “Hable con ella”.

O este post, para qué te voy a engañar. Lo escribo porque me apetece mucho y yo también tengo esta cosa voluntariosa de hacer lo que tengo que hacer hasta el final, es de lo más masculino que tengo, esto de completar sin más, pero por lo menos me doy cuenta y procuro no tomármelo tan a pecho. Estoy mejor de lo mío. Cuando me agobio intento ponerme en el mood de que en realidad no estoy haciendo nada, y es una gran cura al abuso de la voluntad. Porque la fuerza de voluntad, por si sola, es sólo una expresión del ego. Ya lo desarrollaré.

Porque iba a ir al gym hoy pero no fui porque llevo dos días durmiendo menos de cinco horas, porque empalmé el jet lag con trabajo nocturno, porque en la agencia me recibieron con los brazos abiertos y un rodaje de 20 horas, que acabé esta mañana a las 6, y a las 11 estaba resolviendo un marrón de narices en relación a la producción que estuve haciendo este último mes y entre eso y el tratamiento que estoy haciendo (corticoides y antibiótico), y la visita de Luisa, que está en casa y se va mañana y esta noche vamos a cenar, y no sé si ir al satsang porque tengo mareos y vahídos. Pues eso, como digo, entre todas estas cosas, como que no me voy a agobiar en acabar nada, ni a ciegas ni a tientas ni a tontas ni a locas.

Lo que me vuelve a traer la duda con la que cerraba el post hace meses: el escribir la relación de eventos, la cascada de compromisos, actividades, trabajo, rutinas, etc, ¿me aligera la carga, así en plan catártico, o me hace el efecto contrario, al plasmar verbalmente el agobio y evidenciarlo? Esperemos que sea la primera, que como decía Julia Cameron, eso que vuelco en el papel (en el teclado y la pantalla en este caso), es eso menos que atormentará a los que me rodean en forma de queja. Dios me libre de la queja.

Y por ello este post no hay que acabarlo, simplemente se va disolviendo…

So casero, tan houser

marzo 22, 2009

Llegué a Barajas a las 7 AM, y una hora más tarde estaba en casa. Había dormido algo, la vuelta siempre es un poco rara para dormir, y más aún en estas épocas de cambios horarios estacionales (sumados a los míos por viajar, que tuve cuatro cambios en tres semanas). Una vez en casa me llama Depard y me cuenta que esa entrada del abono del Real que le había dejado yo antes de irme porque no iba a poder usarla, la había cambiado con Josel, que se iba de puen, por lo cual ahí la tenía, toda para mi, de wellcome gift: 4 horas de Wagner para espabilar. Me dije, le dije, eso a mi me interesa mucho, aunque suene raro con tol jet laj, voy a ir, así que a descansar un poco. Me dije voy a redondear las horas que faltan, y me quedé roque algunas horas.

Desperteme un poco Lost, sufriendo un fenómeno que no sé si le pasará a la gente, a mi me inquieta, lo llamaré “Síndrome de la Cigarra”, y consiste en que después de estar en un lugar donde haya cigarras chicharreando, me tiro unos días escuchándolas donde no las hay. En el avión las escuchaba, y en mi casa en Madrid las escuchaba, y es bien de loca, porque cuando siento que las siento las siento super altas, pero si me doy cuenta, me doy cuenta de que no están. Como digo, bien de loca; ya se me está pasando.

Me centré algo con la meditación, y me puse en marcha. Quedé con el Xabi, lo recogí en la motico, y fuimos a la Chueca, un poco de inmersión localista andaba necesitando. Nos pusimos medio al día, hablamos de cosas, sin perder movimiento en derredor; yo me encontraba un poco extraño a nivel indumentaria, ya que iba vestido de ópera, tampoco es que fuera de smoking pero llevaba camisa y chaleco y zapatos de vestir (vegetarianos), y las gentes de esta ciudad que con el buen tiempo salen chancletudas y bermuderas, menudo contraste.

Después me fui a Le Salón a cortarme los pelos que tenía hora, de antes. Muy bien por parte de Manu, como siempre, y al salir que me llama Miguelatos, que, oh casualidad, estaba en la adyacente plaza de Barcelosa con Tugramola, en un banco rollo homelessas. Ná, es que venían del gym y comprar o algo así. Hicimos mini risas, Tugramola se fue al teatro y Miguelatos me acompañó a un chino, que yo necesitaba un Burn para mi Wagner.

Tannhäuser estuvo fenomenal. Mis cabezaditas pegué, lo voy a confesar, pero una cosa buena de los asientos del Real es que no son muy apropiados para el dormir, ló gi co. La puesta es muy elegante, con un escenario complejo de paneles y giratorios y desniveles, muy chulo, y ya en la obertura empieza a desarrollarse lo que vendría a ser lo más impactante de la puesta, que es la ilustración orgiástica del Venusberg. Chulos y macizorras en bolas (bueno, en tetas y tanguillas), practicando todas las poses y combinaciones sexuales amatorias posibles, en pares y en conjuntos. Siendo como es de pacato el público del Real, pensé que habría alguna pataleta, pero por lo menos por mi sector, nada.

Me hizo pensar lo que veía cómo, a través del tiempo, a los pasajes moralistas de las obras alusivos a la lujuria y al deseo que luego son redimidos y/o purgados en pos de la santi y castidad, en las puestas contemporáneas se los ilustra de una forma muy literal y libre y exacerbándolos, que me parece fenomenal, pero consiguen el efecto de que la contrapartida piadosa y casta sea una memez para nada inetresante. Lo que me hizo pensar (bueno, lo pienso de siempre, tampoco es nada novedoso, sólo que algunas obras como ésta lo evidencian más), es si en realidad esto que veo no sería lo que de verdad querían decir los autores y quería ver el público calenturiento, y todo eso de la religiosidad no era más que la excusa para hablar un poco de sexo en unas sociedades reprimidas por la autoridad eclesiástica, eludiendo la censura en un juego de falsa moral. Se debe haber escrito mucho sobre esto, lo mío es una reflexión ingenua y espontánea.

Al salir no encontraba la llave de la moto, y después de volver a mi butaca a ver si se había caído y de pasar por seguridad a ver si la habían dejado, me realicé (me gusta ese anglicismo) de que seguramente la habría dejado en el compartimento de debajo del asiento. Estuve tentado de romperlo, pero lo he cambiado hace poco… Así que en un acto de serenidad y confianza en el devenir, en lugar de romper y/o sufrir y/o deambular desdichado, me vine a casa en metro. Hice bien. No tenía ni idea de si tenía llave de repuesto y menos aún dónde podría estar, pero encontré una en un cajón. No sabía si era, y en lugar de salir ansioso, me preparé una rica cena y cené en calma y con más calma me encasqueté el iPod y me volví en metro al Real para comprobar que era la llave perfecta y dentro estaban las otras y tan ricamente regresé a casa sin haber roto nada.

Cuando ya estaba listo para la descompresión, fui contactado por un asunto que lo mismo no eran horas, pero me dije, para mi cuerpo son cuatro horas menos, así  que me lié un poco en plan bien, y muy pronto no me acabé acostando. Por lo cual muy pronto no me acabé levantando tampoco, pero no me quejo; en un rato iré al gym y más tarde a ver “Los abrazos rotos”.  Antes intentaré deshacer la maleta y algunas otras actividades domésticas.

Y aunque esto está ya un poco largo, quiero escribir brevemente sobre escribir. Estoy un poco agobiado, por la vida en general y por escribir en este blog en particular. Son asuntos interconectados; es decir, el agobio vital general hace de cada cosa particular un agobio, estoy bantante agobiado por  temas laborales que no viene a cuento comentar por aquí, y por algunos asuntos familiares. Esto del blog tiene factores que pueden provocar ansiedad: si actualizo o no, si escribo de verdad sobre algunas cosas que me afectan de verdad, que si voy a ficcionalizar más, si es un mero ejercicio de redacción… Que si pongo el link en Facebook, que si lo lee alguien que no quiero, que si cuento algo que no debo, que para qué me voy a complicar, que si voy a tener lectores, que si me comentan o no… Acabo de volver a Telecine y no sé bien por qué ni sé por cuánto voy a seguir, pero si sé que he decidido, por ejemplo, hacer este post. Y sé que quiero llevar un diario. Quiero este medio de expresión porque lo disfruto de una manera extraña, como es creo cualquier expresión creativa: un poco torturante a veces, medio inevitable, satisfactoria una vez hecha pero difícil de activar en ocasiones. Lo disfruto en su complejidad, pero quiero hacerlo sencillo.

Ese proceso (simplificar lo complejo, disolver la espesura) es muy parecido al proceso para manejar los estados de ánimo difíciles, como la ansiedad o la depresión, la tristeza, la rabia, la euforia. Es enfrentarse a ellos desdramatizando, relativizando, poniéndolos en perspectiva negándome a identificarme con ellos. Poniéndome en mi lugar, que es otro lugar, que no es aquí ni allá ni con unos ni con otros ni haciendo ni dejando de hacer: es algo más profundo, más elevado, más sencillo, más expansivo, más abierto…

Porque escribir y algunas otras actividades es lo que al final me salva y si he descubierto eso no me voy a dejar llevar por las trampas del retorno. Y lo que hay de exposición en todo esto es algo que tendré que valorar e ir viendo; de momento confío en que puede ser interesante para alguien porque lo es para mi, que me ayuda, y que nadie que sea capaz de leerse semejante tocho va a pensar nada muy malo de mi. O si, pero si ya se lo leyó y piensa lo que sea, será con fundamento, ¿no?

telecine

Empecemos algo nuevo

marzo 20, 2009

Crisis, primavera, viajes, nuevas rutinas, vicios abandonados, cambio.

Tengo ganas de empezar algo nuevo. Creo que estoy listo. Sólo hace falta que las diferentes partes que han ido evolucionando por separado se encuentren y encajen para dar una forma, una dirección, un sentido.

Reset, rebuild, renew, rethink. Algo nuevo a partir de lo viejo. De lo reviejo, lo renuevo. Lo renovado.

Una nueva prueba pasada, creo, sin daños importantes. Now I’m ready to go.

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Qué es Telecine

marzo 19, 2009

En este comeback, la explicación estará sola, aparte, en una categoría con solamente esta entrada.

Cosas.

Telecine es el proceso por el cual se pasa la imagen del negativo cine a soporte video. El técnico colorista manipula lo rodado para darle la apariencia deseada. Se puede cambiar el color, el brillo, el contraste, reservar zonas del fotograma, ocultar, resaltar. Este blog es un poco eso: la realidad, estilizada. Escribo telecinando.

En el centro del universo estoy…

marzo 18, 2009

… intentando saber por qué soy cómo soy… No es raro que esa canción de Fangoria (homenaje al Dj Sideral) esté resonando en mi mente estos días. Así es cómo me siento. En el centro del universo exactamente no estoy, más bien en el cul du monde, pero ha sido siempre una característica de esta tierra ser endogénica, autobombonera, ombliguista. Así es Argentina, y en cualquier caso, al estar aquí mis raíces, mis orígenes, perfectamente podría ser el centro del universo, de cierto universo.

De tal concepto puede derivarse que ahora vivo en las afueras del universo, en los suburbios. Es una metáfora exagerada, ya que Madrid podría considerarse más centro de la cultura occidental que Buenos Aires, pero sí que mi devenir trascurre, hace mucho tiempo, alejado del meollo familiar. Mi desarrollo individual lo pagué con distancia y desapego, entre otras monedas, me costó caro y lo valoro mucho. Hoy en día sé que centro del universo es mi alma, como lo es el de todos, aunque no lo hayan experimentado.

Este es mi centro del huracán psíquico. Están siendo días complejos, llenos de estímulos, muchos buenísimos, como las expresiones de amor inmenso que siempre que vengo acá siento; allá tengo mis dosis de gran calidad también, pero aquí son muchas e intensas. Otros momentos son muy movilizadores. Cementerio, libros, objetos, charlas, miedos, deseos, peleas, revelaciones… En muchos momentos tengo esta sensación como que agarro lo emergente, lo que está pasando, y lo guardo para después. Es como si me diese la pausa para la perspectiva, la conciencia de que todo aquello que llama a un recuerdo o impresión profundas, va a ir a madurar a lo profundo; no quiero agobios ni mortificaciones. Hay que esperar.

Por lo demás, después de los días de calor saunístico de ese que hace aquí cuando hace calor, está haciendo un tiempo espléndido. El sábado presentamos parte del trabajo que me trajo aquí en primera instancia, y fue un éxito, que continuó en Madrid, lo voy siguiendo un poco desde aquí. Tuvimos una cena/ descompresión, y salimos un ratillo; salí con Luisa, mi amiga de Londres con la que he coincidido aquí (la semana que viene pasa por Madrid), y me vine a casa de Lau (estaba en un hotelazo en el centro).

Estos días, eso: mucha madre y su circunstancia, encuentros familiares, paseos, la visita al cementerio, charlas largas, criaturas, fotos, un poco de ejercicio, mis meditaciones… Nada de vida social, me da pena, llamé a varias amistades de aquí pero no me ha dado tiempo a nada. No era en este viaje anyway. Hoy iremos al teatro, y pasado mañana ya me voy.

Y ya ves, ahora que tengo un rato, a plasmar, que quedamos en que iba a ver si volvía a plasmar, ¿no?

Will Telecine strike back?

marzo 8, 2009

Estoy rodando en Santiago de Chile. Una producción muy complicada, pero cuál no lo es. No, mentira, ésta es muy complicada muy. Estoy en fuego cruzado, en un permanente ejercicio de serenidad, centramiento, asertividad, lógica… en medio de otras lógicas muy lógicas para cada dueño de su lógica pero con cero empatía y cero identificación con una lógica superior, un bien mayor.

He dejado el blog , hace ya un tiempo, y fue muy tajante. Llevaba cuatro años y se me había convertido en una rutina casi laboral, y aunque estaba muy cansado, me daba un poco de entre pena y miedo dejar de hacer algo que me regulaba, que me hilaba, soltar la parte terapéutica de la escritura automática. Y lo cierto es que no pasó nada. Res. No lo eché especialmente de menos, ni mejoré muchísimo de lo mío. Nada. Usé un poco del tiempo en la red que invertía en el bloguismo volcándome a ratos en ese invento adictivamente diabólico que es Caralibro, pero no es lo mismo.

Dejé el blog también porque Armando se estaba muriendo, y ese barullo emocional me estaba afectando a muchos niveles, me hacía plantearme tantas cosas, que no sabía por dónde empezar a contarlas. Una de las cosas que me pasaba tenía que ver con mi relación con el trabajo creativo en general, con la escritura en particular, con preguntarme de dónde había sacado yo que ser escritor influye en la percepción del valor personal y por ende en la idea que tenemos de la valoración de los demás. Tenía que ver con efrentarme a mi exhibicionismo y búsqueda de reconocimiento. Y todo sonaba muy Armando, todo sonaba a inducción, proyección, y mi historia personal vital, la larga, la entera, se hacía desgarradoramente presente, desde una visión muy real, en toda su crudeza y humanidad.

Fui buscando regularme sin escribir en medio de la vorágine, porque además de todo esto, estaba enfrentándome al mayor volumen de trabajo de los últimos tiempos, y he ido tirando más que nunca de terapia, ejercicio físico, y una constancia en la práctica de la meditación que no había conseguido en otras épocas. Todo desde una perspectiva menos verbal, todo menos condicionado por las reflexiones en este blog, que se habían ido cristalizando y estructurándome rígidamente, más que desahogando.

Y Armando murió el día que en Madrid nevó como nunca. Y no sé si con su muerte se resolvió nada del puzzle de impresiones que me han marcado y siguen marcándome, no creo que se haya resuelto, ha pasado solamente un mes y medio, pero puede ser que haya empezado el proceso por el cual sabré qué hay mío, qué hay para mí de verdad en el escribir. En unos días voy a ir a su casa, en la que estuve con él hace cuatro meses, despidiéndome sin que él lo sepa del todo (yo creo que sabía pero no quería saber). Estaba tan chiquito, tan huesudo, tan perdido… Creo que estando ahí voy a caer  por fin y del todo en que ya no está, porque cómo iba a notar la ausencia de alguien a quien normalmente tampoco veía. Estos meses no he sido abrumado la nube de emails, esa catarata epistolar permanente a la que me tenía acostumbrado, pero sinceramente, no los he echado mucho en falta. De hecho guardo para el futuro la revisión de tantos mails que guardaba sin casi leer por falta de tiempo, guardados muchas veces por no borrar, que era lo que me apetecía.

Así era como es: alguien que no estaba físicamente, pero que existía, y mucho, en mí y en mis asuntos. Y así sigue siendo. Pero algo cambió, intuyo, y a lo mejor puedo volver a escribir, o mejor aún, a mi edad, empezar a escribir disfrutando de verdad, queriendo contar y contarme mis cosas, a mi manera, hacerme un mundo propio de evasión pero del bueno: evasión hacia mi propia identidad, no para interrumpir la realidad, negándola, sino estilizándola, mejorándola mejorando mi actitud, siendo feliz porque soy felicidad, sin esperarla de un mundo cuya misión parece ser ponerme a prueba una y otra vez.

Y lo mismo vuelvo a escribir por aquí, de vez en cuando.